Colores saturados y desaturados.
Los colores saturados están plenos en intensidad, mientras que los colores desaturados son menos intensos, más bien pálidos cuando se mezclan con blanco, grises o negro.
La saturación, colorido o pureza es la intensidad de un matiz específico. Se basa en la pureza del color; un color muy saturado tiene un color vivo e intenso, mientras que un color menos saturado parece más descolorido y gris. Sin saturación, un color se convierte en un tono de gris.
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CONSIGNA
1) Durante la primera Parte de la clase hicimos experimentaciones con las témperas de color: mezclamos cada color primario con blanco, con un gris y luego con negro para ver los contrastes por desaturación.
2) En la segunda parte de la clase leímos un cuento del escritor argentino Julio Cortázar. El cuento se llama El discurso del oso.
Les propuse que imaginaran una escena del cuento y que la dibujaran con lápiz en la hoja n°6.
Luego dividíamos la hoja a la mitad.
De un lado de la hoja pintamos con témperas con colores saturados (primarios, secundarios) y, del otro lado, con colores desaturados; es decir, con colores mezclados con blanco, grises y negro. De esa manera, vamos a notar el contraste de intensidades del color.
**** Les adjunto el cuento que leímos *****
DISCURSO DEL OSO
Por Julio Cortázar
Soy el oso de las cañerías de la casa, subo por los caños en las horas de silencio, los tubos de agua caliente, de la calefacción, del aire fresco, voy por los tubos de departamento en departamento y soy el oso que va por las cañerías.
Creo que me estiman porque mi pelo mantiene limpios los conductos, incesantemente corro por los tubos y nada me gusta más que pasar de piso en piso resbalando por los caños.
A veces saco una pata por la canilla y la muchacha del tercero grita que se ha quemado, o gruño a la altura del horno del segundo y la cocinera Guillermina se queja de que el aire tira mal.
De noche ando callado y es cuando más ligero ando, me asomo al techo por la chimenea para ver si la luna baila arriba, y me dejo resbalar como el viento hasta las calderas del sótano.
Y en verano nado de noche en la cisterna picoteada de estrellas, me lavo la cara primero con una mano, después con la otra, después con las dos juntas, y eso me produce una grandísima alegría.
Entonces resbalo por todos los caños de la casa, gruñendo contento, y los matrimonios se agitan en sus camas y deploran la instalación de las tuberías. Algunos encienden la luz y escriben un papelito para acordarse de protestar cuando vean al portero.
Yo busco la canilla que siempre queda abierta en algún piso; por allí saco la nariz y miro la oscuridad de las habitaciones donde viven esos seres que no pueden andar por los caños, y les tengo algo de lástima al verlos tan torpes y grandes, al oír cómo roncan y sueñan en voz alta, y están tan solos.
Cuando de mañana se lavan la cara, les acaricio las mejillas, les lamo la nariz y me voy vagamente seguro de haber hecho bien.
FIN.
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