Después de los lobos - Cuento de Liliana Bodoc


EPIGRAFE: 
Un mundo sin diferencias es tan temible como un arco iris gris 




Andan los lobos en manadas. Su ferocidad va delante de ellos y detrás van sus sombras estiradas por el último sol del atardecer.

Primero la ferocidad, después los lobos, después las sombras. Las manadas recorren los caminos del bosque.

El bosque que los conoce bien, sabe que se acerca una muerte. Porque los lobos tienen hambre, un hambre enorme y antigua tal como si jamás hubieran comido ni ellos ni sus padres ni sus abuelos 


Con las orejas alertas, los hocicos entreabiertos y los colmillos en su sitio, la manada va en busca de su presa.

Pero… ( Si no hay pero no hay cuento) a veces las cosas cambian, se sacuden .
Hace tiempo y más tiempo, en la gran manada de los lobos del mundo, comenzó a suceder algo extraño. Por aquí, por allá, en este bosque y en aquella pradera, nacieron algunos lobos que no quisieron, no supieron, no pudieron ser iguales a todos. Entonces, lentamente, comenzaron a cambiar sus costumbres. 

Un día dejaron de mirar la luna y empezaron a mirar con curiosidad las luces de los fuegos que encendían los hombres. 



Otro día soñaron que encontraban ovejas, que sus hocicos encontraban el rastro de los perdidos, que sus ojos deshacían la oscuridad y, mientras soñaban, movían la cola y bajaban las ovejas. 



Con el tiempo los animales que no querían, no sabían o no podían ser iguales al resto de las manadas, se fueron rezagando. La inquietud, las burlas y las rabias de sus compañeros se transformaron en distancia y soledad. Entonces en esta pradera y en aquel bosque ellos tomaron otro camino. 

Viven hoy muy cerca de los hombres, mas de los hombres que de la luna, y tienen los nombres que les pone el amor.

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En el siguiente link, video de Liliana Bodoc leyendo Después de los lobos (youtube)

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